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El Reino de Marruecos, en un último intento de lavar la afrenta tras la ruptura de relaciones diplomáticas decidida con toda soberanía por Argelia, ha enviado un mensaje a través de su jefe de gobierno. Un mensaje astuto según el cual Marruecos se distancia de las declaraciones de su embajador en la ONU sobre la Cabilia.
El mensaje cayó en saco roto, porque Argel no tiene intención de dar marcha atrás en su decisión.
De este modo, la hostilidad manifiesta y sin precedentes dirigida y mantenida durante años por Marruecos hacia Argelia se convierte en agresión.
Las numerosas libertades permitidas hasta entonces y desde entonces por Argelia en la reanudación de las relaciones diplomáticas establecidas sobre la base del destino común entre los dos pueblos y el de la construcción del Magreb, han chocado cada vez con la hostilidad innata del Reino.
Por citar sólo algunos elementos de esta fatal empresa contra Argelia, el Majzen vierte diariamente toneladas de hachís a través de la frontera occidental para pisotear lo que Argelia tiene de potencial, su juventud.
Cada día, el majzén lleva a cabo una feroz campaña mediática acompañada de ciberataques para socavar la unidad nacional.
Lo ocurrido recientemente en Argelia, a través de incendios forestales tan devastadores como mortales, encuentra el rastro de los servicios marroquíes que, sometidos a la merced de su aliado sionista, pretenden destruir incluso la unidad nacional a través del asesinato del joven Djamel Bensmail.
La provocación de Omar Hilale en la ONU, expresando un supuesto apoyo ante la comunidad internacional a un inverosímil derecho a la autodeterminación del « pueblo cabileño », habrá sido el golpe de más que influyó en la decisión de ruptura tomada por Argelia.
Si Marruecos está enfadado con Argelia por apoyar la causa del Sáhara Occidental, debe saber una vez más que se trata de descolonizar la última colonia de África, lo que también está en la agenda de la ONU y de la UA. Argelia seguirá apoyando el proceso hasta que los saharauis recuperen su independencia y soberanía nacional.
Hoy y más que nunca, Argelia, que se niega a ser arrastrada a un torbellino de disputas, y convencida de la imposibilidad de mantener una relación relativamente estable y constructiva con el reino occidental, tomó la saludable decisión de romper las relaciones diplomáticas con su vecino, que ha hecho todo lo posible por agravar la situación.
Además, por parte de Argel, no se puede hablar de retroceso, el golpe se ha dado y la distensión no es para mañana. Rabat debe ser paciente…
Farid Guellil
Le Courrier d’Algérie, 30/08/2021