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Los escándalos de espionaje de los servicios marroquíes nunca terminan. Cada semana, tras los escándalos del software Pegasus y el asunto Marocgate que salpicó al Parlamento Europeo, se revelan nuevos hechos que aún agobian al régimen de Rabat en sus prácticas donde se entrelazan la corrupción, los sobornos, las drogas y el chantaje.
Hechos que demuestran una vez más la naturaleza de este régimen dictatorial, policial y beligerante. Esta vez, el nuevo caso de espionaje tiene lugar en España y presenta a una periodista e hija de un alto oficial de policía español reclutado por los servicios de inteligencia marroquíes.
Según este diario español, la hija del comisario general de Información a nivel de la Policía Nacional española trabajó durante años en España para la DGED (Dirección General de Estudios y Documentación) que encabeza Yassine El Mansouri. Su nombre es Bárbara Barón. Fue reclutada por Ahmed Charai, uno de los lugartenientes de Yassine El Mansouri, para formar parte de las redes establecidas en España encargadas de defender los intereses del Makhzen.
Hay que decir que Bárbara Barón, periodista, trabajó en la DGED durante muchos años cuando su padre, Enrique Barón, era Comisario General de Información de la Policía Nacional, cargo que ocupó desde enero de 2012 hasta diciembre de 2017. Hoy es jefe de la provincia de Málaga en la policía.
Según revelaciones del diario, los vínculos entre Bárbara Barón y la DGED están probados. Los contactos entre ambas partes se descubrieron tras el hallazgo de mensajes de WhatsApp intercambiados el 24 de septiembre de 2017 entre el comisario Enrique García Castaño, entonces jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo del Cuerpo Nacional de Policía y Francisco Martínez, que hasta noviembre de 2016 era secretario de Estado para la Seguridad. Este comisario García Castaño explicó primero al ex número dos del Ministerio del Interior que el Centro Nacional de Inteligencia CNI tiene una delegación exclusiva en Marruecos.
Luego añade: “Mirando a Ahmed Charai, [que] controla los medios, viene mucho a España, trabaja para la inteligencia marroquí (…)”. “Ya sabes a quién ve, con [Enrique] Barón, con [Samy] Cohen y la hija de Barón, a quien le paga para escribir artículos para el Observador Marroquí. Este Cohen es un jefe judío afincado en Madrid y apoya las actividades de la entidad sionista y las del palacio de Mohamed VI.
Ahmed Charai es propietario de Global Media Holding, grupo de prensa del que forma parte el semanario L’Observateur du Maroc, al que se refiere García Castaño. Ahmed Charai actuó como oficial de relaciones públicas de la DGED.
La misión de Charai dentro de los servicios marroquíes se centró en los periodistas y los medios de comunicación. Gracias a buenos salarios e ingresos a cambio de trabajar como freelance a favor de Marruecos, había estado tratando de domesticar el mundo de los medios durante muchos años. En otoño de 2014, aparecieron documentos en Twitter en los que consultaba sobre la remuneración de los periodistas con Mourad El Ghoul, jefe de gabinete del director de la DGED. Los destinatarios de estos pagos fueron cuatro conocidos periodistas franceses y un estadounidense, pero todos negaron haber recibido dinero de L’Observateur du Maroc. Pero este es otro asunto.
¿Cuál es el papel del periodista español? De hecho, preparaba a Charai en sus viajes a España, especialmente a Madrid, y lo acompañaba a determinadas citas con políticos, altos mandos policiales, empresarios, directores de medios y comunicadores. La principal actividad pública de Bárbara Barón ha sido la publicación durante años de artículos, en un diario madrileño, favorables a las autoridades marroquíes y muy críticos con la oposición y el Frente Polisario, que lucha por la liberación del territorio del Sáhara Occidental. ocupado desde 1975 por Rabat.
Así, varias publicaciones de Barbara Barón elogiaron al rey de Marruecos, o crónicas laudatorias para altos cargos del Makhzen. Además, la prensa oficial marroquí se ha hecho eco con frecuencia de los artículos de Charai y Barón publicados en España.
El CNI asegura, en un informe reservado transmitido el 24 de junio de 2021, en plena crisis entre España y Marruecos, que la DGED “intenta influir en los medios para generar una corriente de opinión favorable a Marruecos y desacreditar al Frente Polisario « .
Para la prensa española, esta revelación es solo una ínfima parte de las actividades secretas marroquíes, que nunca han dejado de espiar a los políticos ibéricos, a sus instituciones, a sus organismos públicos y privados, a sus empresarios, a sus élites intelectuales y culturales.
En este registro, cabe recordar que la exjefa de los servicios de inteligencia españoles, Paz Esteban, fue destituida en mayo de 2022 por el Gobierno de Pedro Sánchez tras el escándalo suscitado por la revelación de que su teléfono y el de varios independentistas catalanes habían sido espiados utilizando el software espía israelí Pegasus. Peor aún, la clase política española piensa incluso que Sánchez fue víctima de un chantaje, gracias a las escuchas de los servicios marroquíes, para explicar el increíble cambio de línea política de Madrid sobre la cuestión de la descolonización del Sáhara Occidental.
Recientemente, hace unos meses, el CNI destapó una trama de espionaje marroquí que se activaba desde el consulado de Marruecos en Madrid, tras años de investigación sobre un funcionario consular acusado de haber « colaborado » con el actual jefe de los servicios de inteligencia marroquíes en España .
Otro caso que había salpicado los servicios marroquíes es el de Noureddine Ziani, un espía que militaba en España. Fue descubierto y luego expulsado en mayo de 2013, a petición del general Félix Sanz Roldan, entonces director del CNI. Con sede en Barcelona, Ziani había fundado la Unión de Centros Culturales Islámicos de Cataluña, financiada por el Ministerio de Inmigración de Marruecos. En Alemania, los Países Bajos y Bélgica se suelen hacer públicas las expulsiones e incluso los juicios de colaboradores de los servicios secretos marroquíes. El último caso conocido se remonta a julio de 2018, el de una mujer, Kaoutar Fal, sobre la que la Seguridad del Estado belga dijo en un comunicado que había sido expulsada “por sus actividades de injerencia y espionaje en nombre de servicios de inteligencia extranjeros”. Este texto menciona directamente a Marruecos.
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