Después de años impartiendo talleres, he podido comprobar el gran escollo con el que se encuentran muchos de los aspirantes a escritores dramáticos: la dispersión. Corren detrás de una idea, que se aleja en la misma medida en la que creen que se van acercando. Un espejismo. Una quimera. Un sueño.
¿Cuántas veces amigas, corremos detrás de un espejismo, que a nuestros ojos brilla como el oro?
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